Be a good person
- Angélica Peña
- 1 feb 2017
- 4 Min. de lectura

“Se una buena persona” considero que es la frase que más escuchamos a lo largo de nuestra vida, venga esta de nuestros padres, familiares, amigos y hasta de desconocidos; pero vaya que deberíamos aplicarla. Es difícil deducir que es ser bueno y cómo serlo, pero basándonos en las leyes que nos mantiene a salvo en sociedad, podríamos definir que es el no perjudicar a los demás con nuestras acciones; dar una mano amiga a quien lo necesita, ser el soporte de quien lo implora. Me considero una persona con valores e inteligente como para reconocer cuando otro ser viviente necesita ayuda; pero sobre todo me considero una persona empática, capaz de ponerme en el lugar de los demás y así poder evaluar sus necesidades para intentar resolverlas.
Hoy fue un día de plenitud para mi yo espiritual, estaba en el banco con mi mejor amiga, teníamos 100 números por delante, así que decidimos salir y sentarnos a esperar en unos muebles afuera del lugar mientras los trabajadores hacían lo suyo. 5 minutos después se acerca hacia unos puestos vacíos ubicados a nuestros costados, una chica con 2 bolsos grandes y un bebé de más o menos año y medio. Lo primero que noté es que el bebé estaba un poco inquieto, por lo cual le sonreí y para mi sorpresa, él me devolvió la sonrisa; por supuesto y con el corazón derretido, seguí mirándolo y sonriendo, esto claro sin que la madre notara lo que sucedía porque a algunas madres no les gusta que otras personas hablen o siquiera, vean a sus hijos.
Luego de algunas cuantas miradas y de algunas sonrisas, la chica empezó a notar que su bebé sonreía mucho a alguien, así que se giró y me miró; por un momento pensé que la chica tomaría sus cosas y se iría pero no, me sonrió de vuelta y miró a su bebé disfrutar de las caras graciosas que una desconocida hacía para entretenerlo. Pasaron 2 horas y el bebé ya en confianza pasaba a mi lado, sonreía, corría, y hasta coloreaba, claro sin dejar de mirarme como diciendo “yo sé que soy hermoso, derrítete con mi belleza”. Como dije soy una persona muy empática, y ver a bebés me pone muy cursi, para mí los niños son una de las cosas más frágiles y puras que existen, en realidad sufro mucho cuando un niño llora de dolor; así que en ese momento disfrutaba plenamente de su comodidad y de sus carcajadas.
No era nada incómodo para mí interactuar con él, sobre todo porque su madre se notaba un poco estresada y sé que el que su hijo no estuviera gritando y/o llorando la calmaba un poco. Nosotras teníamos el número 367 y la madre del bebé tenía el 364 por lo que se sintió un poco más a gusto al saber que no era la única que tendría que esperar tanto tiempo. Resulta que pasaron los números y decidimos entrar al banco para estar más al pendiente de lo que sucedía, ella se sentó en uno de los puestos que están dentro del lugar y nosotras nos quedamos de pie un poco lejos de ella, pero el bebé seguía mirándome, al igual que yo a él. La pantalla mostraba el número 351 y duró así unos 15 minutos.
La chica se notaba ya cansada, pasaron unos 6 números más y la pantalla volvió a congelarse por unos 10 minutos. La chica resignada, decidió tomar sus bolsos y a su bebé y se levantó, salió del banco y empezó a caminar para irse de aquel lugar, entonces los números empezaron a rotar; 358, 359, 360, 361, 362, así que le dije a mi amiga que saliera y llamara a la chica; 363, por un momento pensé “oh no, perderá su turno”, pero no, como 30 segundos después estaban los 3 de regreso en el banco. La chica con una sonrisa se quita el bolso, saca el papel para el depósito y justo ponen el 364; ella al fin pasa a la taquilla, realiza el proceso y cuando se va nos ve junto a la puerta; con una sonrisa de alivio y me atrevería decir de amor, nos dice con todo el sentimiento del mundo “¡gracias!”, a lo cual nosotras respondemos al unísono “¡de nada!” desbordando una sonrisa mayor, pero lo más gratificante de todo fue el cómo su bebé, aquel inquieto y risueño pequeño se despidió, moviendo la mano con una gran energía y sonriendo por última vez a la cara graciosa que estuvo con él por 2-3 horas.
Me gusta pensar que más que ayudar a alguien a hacer un depósito y a que su hijo no llorara, logré enternecer a 2 seres maravillosos. Mi espíritu recibió una dosis de dopamina al ver que la chica logró hacer lo que tenía que hacer cuando estaba a punto de rendirse; pero sufrió una apuñalada cuando los dos cruzaron esa puerta y me di cuenta de que no sabía ni sus nombres. Son ese tipo de acciones que te hacen una buena persona; recuerda que dar no significa entregar solo cosas materiales, a veces con una sonrisa es suficiente. No des porque te sobra, da porque te llena hacerlo, y así serás una buena persona.
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